Después de las elecciones volveremos a la “normalidad”
Por: Jesús Orozco
Durante los últimos años, a partir de 1994, con la primera derrota electoral del PRI en Acámbaro, se produjo en este municipio la alternancia política, arribando al poder por primera vez el PRD teniendo a Antonio Tirado en la presidencia. El PRD se quedó ahí durante 9 años y en el año 2003 perdió la elección municipal frente al PAN, que ganó con Antonio Novoa al frente.
Ha permanecido dos periodos de tres años el PAN y ahora, el 5 de Julio, enfrenta el reto de refrendarse otros tres años o dejarle el lugar a un candidato común del PRD y el PRI, Gerardo Silva, que ya perdió una vez y, ahora, con la ayuda del PRI busca la victoria. No sabemos quién ganará, ya que la competencia se está dando de manera reñida, lo cual es un ingrediente más que motiva la participación ciudadana en cierta proporción.
Hemos escuchado con insistencia: ¿Y después del 5 de Julio, qué? Obviamente la respuesta dependerá de qué partido ganare, pero en esencia qué es lo que puede cambiar.
En cuanto a las grandes obras de impacto social, como el Hospital Regional, la Unidad Deportiva, la Autopista, las Naves Industriales y todos los programas de Desarrollo Social, no dependen del municipio sino de las inversiones estatales y federales, pues ni siquiera el servicio de Seguridad Pública depende de las finanzas municipales sino del fondo 2 del Ramo 33, que es federal, más las acciones del gobierno estatal en ese sentido.
Y estamos hablando de las obras principales que se plantearon en las campañas y que, por lo tanto, no hacen la diferencia de candidatos.
Por lo demás, en cuanto a la eficiencia de los servicios municipales, que es donde sí inciden los estilos y capacidad de gobiernos municipales, casi no se mencionaron en las campañas y además brillan por su ausencia en la propaganda. Problemas y planes de tránsito municipal, eficiencia y honradez de la policía, limpieza de la ciudad y comunidades, modernización del relleno sanitario, pavimentación y arreglo de calles, alumbrado público y reposición de lámparas, panteón municipal, agua potable y alcantarillado, saneamiento de aguas en ciudad y comunidades, etc.
Creemos que no se habló mucho de estos “pequeños grandes” asuntos porque la mayoría de los candidatos creyó que estos sencillos problemas no son impactantes y no implican grandes inversiones públicas adicionales, pero son su principal responsabilidad.
También al presidente municipal le corresponde efectuar importantes gestiones para la atracción de inversiones federales, estatales, sociales y privadas. Para esto se requiere experiencia, eficiencia, visión, laboriosidad y amor a nuestro pueblo.
Pero los problemas que se viven cotidianamente fueron planteados de una forma insuficiente y casi siempre bajo el tamiz de índole económica. Por ejemplo, ante el problema de la corrupción policial casi siempre se respondía que debía mejorarse su percepción salarial, como si la corrupción se justificara con causales económicas, olvidándose de otros aspectos relacionados con la verdadera formación y perfiles de los prospectos.
Las campañas municipales dejaron mucho qué desear, pues no se preocuparon por cumplir con una cabal información a la ciudadanía.
No obstante, hay que reconocer que en el fondo de las mismas se haya el mensaje de que el siguiente gobierno municipal deberá garantizar en todas sus acciones la más estricta honestidad. Ése es el más alto valor que se destaca: urge asegurar el manejo honesto de la administración municipal.
Y todos los candidatos afirman ser personas íntegras y honestas. ¿Usted qué opina, querido lector? Su voto será la respuesta.