"México siempre fiel", esta fue la hermosa frase y consigna que nos dejó nuestro querido y recordado Beato Papa Juan Pablo II. Ahora que nos ha visitado su sucesor el Papa Benedicto XVI sin duda para todos nosotros los mexicanos es refrescar y renovar nuestra fe, adhesión, amor y respeto hacia el sucesor de San Pedro.
Sin duda alguna México es un pueblo profundamente religioso, con una gran fe hacia Dios, la Virgen de Guadalupe, hacia los Santos. En México hoy día somos el 84% de católicos y haber recibido a nuestro Pastor espiritual, ha sido una gran alegría entre tantas tragedias en las cuales vivimos inmersos, ha sido un honor y privilegio recibir a un personaje de la talla de Benedicto XVI.
El Santo Padre ha sido invitado a muchos otros países de América Latina, como a nivel mundial, pero el Papa quiso venir expresamente a México, estar con los mexicanos, a ser contagiado con nuestro entusiasmo y nuestra contagiosa alegría, quiso venir a un lugar donde no hubiera estado su predecesor Juan Pablo II para entusiasmar nuestra fe y confirmarnos en ella, ya que fue mandato de Cristo a Pedro: “confirma a tus hermanos”.
La visita del Papa Benedicto XVI ha sido el centro de la atención mundial y una gran oportunidad para que otras gentes y otros países conozcan y valoren México, que se den cuenta que no solamente tenemos problemas y dificultades, que no solamente tenemos penurias y falta de trabajo y oportunidades, que no solamente existen “ninis”, narcotraficantes, secuestros y asesinatos sino que somos un pueblo con valores, un pueblo alegre, un pueblo que goza su fe, un pueblo amante de la vida, del respeto y de la acogida, un pueblo que es capaz de organizarse y dar una bienvenida a un Jefe de Estado y a un Pastor Universal.
Quiero añadir, que no han faltado los “judas” que se lamentaron diciendo lo que dijo el traidor cuando aquella mujer derramó su mejor perfume en los pies de Jesús: “Judas Iscariote, uno de los discípulos –el que lo iba a traicionar- protestó diciendo: ¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para repartirlo entre los pobres? Si dijo esto, no fue porque le importaran los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bosa del dinero común, robaba de lo que echaban en ella” (Jn 12, 4-5).
Existen otros muchos dineros, energías y proyectos que no precisamente se emplean bien o en favor de los menos favorecidos.
Gracia, Benedicto XVI, por tu visita; gracias, Santo Padre, por alentarnos en la fe, gracias por alimentar nuestras ganas de vivir y de luchar; gracias, Pastor de almas, que nos has ayudado a mantenernos fieles.
*Fr. Salvador Rangel Mendoza, ofm.
Obispo de Huejutla.
Excelente comentario, los felicito. los seguire visitando ya que me interesan estos temas. saludos
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